Humanizando el cuidado. Reflexión ética y docente

El ejercicio de enfermería, desde sus orígenes, fue considerado como una ocupación contemplada en la experiencia práctica y el conocimiento común delegado de antiguas órdenes religiosas, por lo que la atención de las enfermeras de esta primera época, enmarcaban su labor en el arte del cuidar. Es a partir de los aportes de Florence Nightingale como precursora de la ciencia de enfermería, que surgen diversos modelos filosóficos que ponen de manifiesto al hombre como principal objeto de sus cuidados. De allí, que el cuidado humanizado se apoya en el conocimiento científico, la capacidad técnica y la relación terapéutica que el enfermero/a establece con el paciente, acoge al otro de una manera cálida, despojándose de todos los factores externos que en algún momento puedan afectar la atención comprometida y de óptima calidad que implica el cuidado humanizado. A pesar de esto, nos situamos en un mundo globalizado, pluricultural y secular donde la negación del otro se ha transformado en una práctica cotidiana, y donde además, las enfermeras/os no están ajenas/os. Por lo tanto, se reitera la idea de que el cuidado de las personas en tiempos actuales, necesitan una fuerte reconsideración hacia la humanización, situando la actuación de enfermería en el ámbito ético y profesional. En este sentido, se presenta el siguiente artículo reflexivo, plasmando de forma resumida el significado del cuidado humanizado, sus reflexiones éticas y docentes, con la finalidad de aportar algunas ideas en un marco de planificación de cambios en la formación de la disciplina de enfermería, que fomenten el reconocimiento global de esta carrera como ciencia del cuidado humano