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María Isabel Ortega Vélez
María Isabel Ortega Vélez
Familias, niños y niñas jornaleros migrantes en el noroeste de México.Condiciones de vida y riesgos para la salud.
Zenodo
2019
2019-05-02
10.5281/zenodo.2658680
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En México la alimentación y nutrición de los niños y niñas es un asunto nacional urgente. Por un lado,
el aumento en los casos de sobrepeso y obesidad infantil en un contexto de inseguridad alimentaria en
70% de los hogares mexicanos y la concomitancia de la desnutrición en los grupos de población indígenas
y con mayores carencias, predice un panorama epidemiológico que hace treinta años se veía solo en
los adultos. La inseguridad alimentaria y las carencias en general, enfrenta a familias de las regiones más
pobres del sur del país a espacios de trabajo en el noroeste con condiciones de vida de riesgo, que compromete
el derecho de los niños y niñas a una vida saludable, en un contexto de contrastes socioculturales.
En los últimos veinte años los agronegocios de exportación de hortalizas en el noroeste de México han
contratado familias migrantes que por el tipo de cultivo que se realiza y uso intensivo de mano de obra,
se adaptan al proceso de trabajo como unidad familiar, lo cual significa menor violencia y conflictos en
los campos agrícolas o poblados vecinos. Sin embargo, nuestro trabajo de investigación ha reportado porcentajes
de niños y niñas migrantes con baja talla (desnutrición crónica), por arriba de la media nacional
y de los niños y niñas en el sur del país; por otro lado, se registran porcentajes crecientes de sobrepeso y
obesidad en jornaleras migrantes adultas residentes de las regiones cercanas a los campos agrícolas. La
evidencia sustenta la presencia de la doble carga de la malnutrición entre las familias de jornaleros migrantes,
producto de la pobreza, la etnicidad, la inseguridad alimentaria y el acceso limitado a los servicios
de salud. Esta doble carga de la malnutrición significa, por un lado, mayor riesgo para la presencia de
enfermedades infecciosas, pero también para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles; así,
los niños y niñas migrantes y sus familias, que con su trabajo permiten el desarrollo económico de una de
las regiones más prósperas del país, se enfrentan a una vulnerabilidad social alta.